Sobre El Arcob Lanco de Hugo Morales Zendejas (Entrevista. Primera parte)

Gracias a mi abuela, decidí enfrentar la muerte cara a cara. Gracias a mi abuela, he tenido la oportunidad de poetizar momentos trágicos, que de no hacerlo, se convertirían en lagunas estancadas, dentro de mi propia vida. El agua que no fluye, se pudre. Gracias a mi abuela he podido poner en movimiento una usina interna y comenzar a vivir con una clara convicción de hallar la poesía en la vida cotidiana. Es el máximo regalo y herencia que he recibido de su parte, dice Hugo Morales Zendejas en entrevista con TERRAZA.

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Por Estuardo Sororo

El pasado jueves dos de marzo en el museo El Rule fue presentado un avance del libro Arcob Lanco del renacido compositor mexicano Hugo Morales Zendejas. Atrás quedaron esos grises tiempos de estar a la deriva, este capitán de la armonía moderna aparece ante nosotros con el ímpetu elevado; imbatible y contundente viene a tomar el lugar que le corresponde.

Ilusionado como hace tiempo no se le veía y en una presentación intimista y generosa de dicho material, a continuación les comparto nuestra charla:

Estuardo Sororo (ES): ¿El espíritu creativo de tu libro desde dónde se origina?

Hugo Morales Zendejas (HMZ): Viene desde la urgencia de volver a mi mismo, con todo lo que esto implica. Es una necesidad profunda de edificar mi propia existencia y cantarlo, aún de una manera limitada, pero que me es propia. Siento que he tenido cautivo a este espíritu creativo desde hace ya mucho tiempo, y ahora por diversas condiciones en mi vida cotidiana, estoy viviéndolo a rienda suelta, como nunca antes… y me encanta.

A veces, el arco es un calderón o fermata musical, una pausa ad libitum. En otros casos, es un arco sin cuerda, que ha quedado deformado, sin la posibilidad de retornar a su morfología original

ES: ¿Quién pone la flecha y quién dispara el arco?

HMZ: El arco al que hago mención en repetidos textos de este libro es una metáfora polisémica. Por lo que la significación de la flecha depende del contexto en el que esté nombrada. No siempre van juntos… A veces, el arco es un calderón o fermata musical, una pausa ad libitum. En otros casos, es un arco sin cuerda, que ha quedado deformado, sin la posibilidad de retornar a su morfología original. En los textos en los que evoco la flecha, por lo general implica una situación que está a punto de suceder y después de la cual ya no hay otro destino más que el inminente. La flecha es, en ese caso, una suerte de anunciación de un punto de no retorno, una señal que nos da la vida de que la ventana está abierta y que se aproxima velozmente hacia nosotros. ¿Decidiremos saltar? Esa es la cuestión. Si se dispara, ¿a quién o a qué matamos? Hay mucho que decir y profundizar al respecto. Pero me gustaría terminar aquí la respuesta y dejarle el resto a la persona lectora que se decida por el arcob lanco.

ES: ¿Cómo gestionas el vértigo de escribir y de verter tanta pasión desbordada en tus sonetos?

HMZ: Precisamente no haciéndolo. Si gestiono, dosifico. Y de esa forma no puede salir nada bueno o que al menos me interese compartir. Lo que escribo suelo hacerlo sin revisión. Quizás solo en algunos casos específicos en los que quiero cuidar la rima o un verso en particular que no me gusta como suena, entonces hago un trabajo más minucioso después del arranque. Pero por lo general, los textos contenidos en este libro han salido de momentos de inspiración o de miedo o de coraje profundo. Son cristalizaciones de la determinación de no darme por vencido ante mi mismo, ante mi oscuridad.

ES: ¿Estás muy enamorado?

HMZ: Estoy atravesando un momento particular en mi vida, lo he nombrado —en alusión al grandísimo Koltés— mi retorno al desierto. Desierto de mí mismo. Un campo que dejé pendiente, sin regar, durante un tiempo considerable. Estoy, pues, enamorado de mi camino, y sí, también de los vínculos que me acompañan. Prefiero enamorarme de la vida, de mi vida y del compartir que experimento con personas que me son profundamente importantes.

ES: El ser nieto de una gran poeta ¿adónde es que ha llevado tu camino?

HMZ: Gracias a mi abuela, decidí enfrentar la muerte cara a cara. Gracias a mi abuela, he tenido la oportunidad de poetizar momentos trágicos, que de no hacerlo, se convertirían en lagunas estancadas, dentro de mi propia vida. El agua que no fluye, se pudre. Gracias a mi abuela he podido poner en movimiento una usina interna y comenzar a vivir con una clara convicción de hallar la poesía en la vida cotidiana. Es el máximo regalo y herencia que he recibido de su parte.

ES: Eres heredero de una tradición de intelectuales y artistas sobresalientes en la historia de México, ¿cuál es el yugo de ese pasado y cuál el territorio de libertad?

HMZ: Considero a mi familia, amigos y maestros como un navío, como una brújula. Mi contexto se vuelve un yugo cuando lo primero se me olvida… Regresar a la base, al núcleo de lo más cercano, me permite ser libre y desde ahí, articular mi trabajo creativo con plenitud.

ES: ¿Por qué le gente debería comprar tu libro?

HMZ: He hallado en la poesía un ágora de reflexión y meditaciones profundas, un alimento al alma que pocas cosas —quizás sólo la música— logran proveer. Este libro es una recopilación de dichas introspecciones. Momentos luminosos y otros no tanto, pensamientos de amor y otros de veneno. Todo forma parte del gamut que implica estar vivo, ser humano. Pienso que habitamos un mundo y una época lo suficientemente oscura como para poder sentir el Sol aún en un rayo de luz que se cuela por una ventana. Este libro es una ventana.

CONTINUARÁ…

Fotos: Cortesía.

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