Esas creaturas amantes del silencio que son llamados, por comodidad o con desprecio, ‘lectores’, tienen en la biblioteca que lleva el nombre del vate queretano Francisco Cervantes la concreción real del sueño de cualquier escritor: un espacio luminoso bañado a su vez con la luz de ningún ruido, salvo el ocasional que hay cuando más usuarios se suman a la grey que venera la tinta impresa sobre papel en toda biblioteca.
Pulcra, ordenada con ejemplificantes colecciones y joyas literarias, con un robusto acervo bibliográfico, la Biblioteca Pública Central Estatal Francisco Cervantes en la capital queretana se inauguró en los primeros días de abril de 2018 y en los ventosos días del presente junio del 22 aún mantiene su pátina de modernidad y funcionalidad con espacios para diferentes labores investigativas, integración escolar o, llanamente, solitarios lectores con un libro abierto de par en par.




